Según las cifras más recientes de las que dispone la industria papelera española, ésta se halla integrada por unas 1.640 empresas, que dan empleo a más de 44.500 personas y alcanza una facturación global de cerca de 14.000 millones de euros, de los que un 57% se deriva del comercio exterior. Con 71 fábricas de papel y 10 fábricas de celulosa, España se posiciona como quinto productor de celulosa y sexto fabricante de papel en el marco de la Unión Europea.
Yendo más a fondo, se trata de un sector fuertemente inversor, que exporta más de la mitad de su producción y que goza de una gran capacidad de innovación en el desarrollo de nuevos productos y soluciones, lo que permite vaticinar que, para 2030, el 40% de su producción se basará en nuevos productos con nuevas prestaciones. En concreto, bio-productos que existirán en simbiosis con las nuevas tecnologías.
Estos datos de contexto brillan con elocuencia, cuando se trata de analizar los desafíos y transformaciones estructurales que el sector está atravesando como consecuencia de los cambios de hábitos y de la progresiva digitalización de la vida de las personas. Nunca, en el último siglo, el sector papelero ha tenido que echar mano de su capacidad de adaptación, innovación y reorientación estratégica.
Auge del packaging y caída del papel para prensa
Por un lado, el auge del comercio electrónico, que ha aumentado exponencialmente con la pandemia, ha llevado a un crecimiento imparable en la producción de cartón y otros tipos de productos destinados al embalaje. Sólo en 2019, es decir antes del extraordinario esplendor del eCommerce durante el confinamiento, se produjeron más de 3,3 millones de toneladas de cartón ondulado en nuestro país: es decir, más de la mitad de la producción española de papel y cartón.
Por otro lado, este aumento se produce en detrimento de la producción de papel de prensa, gráfica y escritura que se ha visto fuertemente mermada y que ha llevado que varias compañías hayan reorientado y ajustado su negocio en función de las nuevas demandas. Es el caso de nuestra papelera, otrora totalmente focalizada en el papel para periódicos, y hoy ya inmersa en un plan estratégico basado en la diversificación hacia el papel para packaging.
Para hacer frente a estos cambios que afectan su compleja y densa cadena de valor, desde el sector papelero debemos seguir contando con las ayudas de impulso en la transformación digital del sector, en el marco de la iniciativa Industria Conectada 4.0 (IC 4.0), cuyo objetivo es incrementar el peso de industria 4.0 en el PIB español. También debemos ser capaces de establecer valiosas alianzas con administraciones públicas, proveedores, servicios de logística y clientes, conscientes de que remamos todos en la misma dirección.
Partícipes de la descarbonización de la industria
Como industria electrointensiva y gasintensiva, nuestro papel (nunca mejor dicho) en la descarbonización de la industria, es la de líderes del proceso. Es nuestro sector el que debe encabezar dicha descarbonización compatibilizando la reducción de nuestras emisiones de CO2 con el crecimiento de la producción y de la facturación.
La respuesta se halla en la economía circular, que ya podemos decir que está fuertemente implementada en el ADN de nuestra industria, como atestigua un dato todavía de 2019: De las, aproximadamente, siete millones de toneladas de papel consumidas en nuestro país en aquel año, más de cinco millones fueron empleadas en producir papel nuevo. De hecho, cerca del 64% del papel usado en España es recogido para su posterior reciclaje: una tasa de recogida muy elevada, si se compara a la de otros materiales.
Para seguir con nuestra agenda de descarbonización, es imprescindible que nuestro sector abrace una política energética y una política de infraestructuras logísticas y de transporte enfocada a la mejora de la eficiencia, competitividad y sostenibilidad de la industria. Y más, teniendo en cuenta que más de la mitad de lo que producimos se destina a mercados exteriores lo que demanda explorar políticas medioambientales de internacionalización y comercio exterior, que faciliten el acceso a los mercados exteriores minimizando el impacto y la huella de carbono de nuestra actividad.
La industria española del papel encara un momento a mi entender apasionante, lleno de desafíos, perspectivas de un futuro de crecimiento y mejora en la eficiencia y el impacto medioambiental. Un momento que requiere alianzas, estrategia, muchas ideas frescas y consciencia del peso que nuestro sector tiene en la economía de este país.
Estoy seguro de que pronto veremos muchos resultados positivos.
Miguel Sánchez, CEO y presidente de Papresa
Este artículo de opinión ha salido publicado previamente y, en exclusiva, en Crónica Económica.